Oscar Fisterra



jardinero de la EcoCrítica



Los Pujol

La corrupción en España sigue siendo cosa de minorías, de unas pocas familias mantenidas en el poder desde Franco y más allá del 75. Cuando pasan cosas como las de Pujol, Gürtel, Urdangarín o Filesa, se confirman los mismos, las mismas familias, los mismos corruptos, los de siempre.




               



                Los trapos sucios de la Transición se escondieron tras el eufemismo de los Pactos de Estado. Suárez, Fraga, González y Pujol amañaron lo fundamental: evitar la Tercera República y  evitar –de paso–  la legalidad de la Segunda, para no tener que juzgar ni a los asesinos y ladrones del lado franquista ni del lado republicano. Así nació la Democracia.
                 






                Jordi Pujol, exdirigente de la Banca Catalana, persona de fiar para las elites madrileñas  y barcelonesas, recibió todo tipo de ayudas –lícitas e ilícitas. El primer subidón se le concedió con la campaña electoral a la Generalitat de 1980, donde era el único por los Telediarios, por la prensa o por las radios nacionales, y multiplicó por diez el gasto (banderolas, carteles, carpas, fiestas, gaitas, merendolas, pa amb tomàquet, cava y fuet…) que hicieron todos sus oponentes políticos juntos. Nadie había luchado tanto por el nacionalismo catalán, como Pujol desde las emisoras de TVE.




                Tras ese primer escarceo, Pujol ya formaba parte del sistema. Y cuando un par de años después algunos quisieron buscarle las vueltas con el caso Banca Catalana, recibió la preceptiva protección de Adolfo Suárez y el caso fue sobreseído. El  diario ABC  nombró a Jordi Pujol  “español del año”  en  1985  (título que aún no ha sido retirado). En ese momento Pujol  era  el único honorable  y  sensato  frente  las  izquierdas  nacionalistas aún sin domesticar, y se pudo vender Construcciones Padrós, donde Miquel Roca (hoy abogado de la Infanta Elena), Antonio Garrigues Wallker (masón mayor del reino)  y Florentino Pérez (hoy presidente del Real Madrid) pusieron los pilares del sistema financiero/industrial: Presupuesto  Público  =  Empresa Privada.




                Fue también en aquellas fechas cuando el PSOE perdió su ingenuidad y aquella famosa “tercera vía del socialismo” que pregona a día de hoy Pedro Sánchez, ya la inventó Felipe González con Emilio Botín en 1982.




                Faltaba el tercero en discordia para asegurar la plena inmunidad. El PP de José Mª Aznar entró en esta dinámica cuando decidió poner al frente de las finanzas a su mentor político, Álvaro Lapuerta, imputado en el caso Bárcenas y heredero de la saga Naseiro-Sanchís, exculpados en una caso de financiación ilegal por el mismo sistema que ahora pretende librarse Pujol querellándose contra la banca andorrana: la eliminación de pruebas por estar contaminadas en origen. A principios de los 90 del siglo pasado en España los pactos de Estado ya tenían a todos sus partidos gobernando –los únicos que han gobernado hasta la fecha– conchabados en un sistema  amparado  por  la  jefatura del Estado, con su corrupción campante y su chiste del dentista circulando: “¿Verdad que no nos haremos daño?”  Se decían unos a otros. Y reían y abrían otra botella de cava o de rioja o de ribera, qué más da, y se inauguraban los fastos del 92  y la burbuja inmobiliaria se inflaba y la banca vendía participaciones preferentes para esta gran orgía del capitalismo venéreo y sin condón.




                Han sido años buenos para aeropuertos, puertos navales, puertos secos, puertos deportivos y puertos de esquí. Buenos años para mansiones y palacios en Pedralbes, Pirineos, Marbella, Pozuelo o El Escorial. Buenos años para Caja Madrid, Bancaja, Caixa Catalana o Caixa Nova. Buenos años para Ferrari, Mercedes, Lamborghini y Aston Martin. Buenos años para Noos, Gürtel, Palou, Calatrava, Filesa o Pujol. Siempre la misma historia manejos de  concursos / recalificaciones / concesiones / homologaciones pagados por la Administración Pública a una Empresa Pantalla, que después quiebra o no tiene responsables, y nadie entra en la cárcel y nadie devuelve el dinero robado en cientos de miles de millones.



                Para sortear tanto mangana surgieron alternativas como UPD y Ciudadanos, que se han hartado de
clamar sobre tanto despilfarro en coche oficial y jubilaciones de exministros. Todo verdad, pero hay algo más de lo que no hablan estos piquitos de oro: los excesos de obra pública, los excesos de la banca, el gasto farmacéutico, el gasto militar, las concesionarias de autopista, las contratas de hospitales, las televisiones públicas, las eléctricas y las petroleras… esta labor ha quedado más para Podemos y en gran medida para Izquierda Unida.




                Finalmente la bomba ha estallado por el lado Pujol. Su apoyo al desafío independentista le ha expulsado del pacto de Estado –ya no sirve como muro de contención de la izquierda catalana ni asegura la unidad de mercado– y una vez desenmascarado, todos se preguntan cómo lo de Los Pujol ha podido pasar.