Oscar Fisterra



jardinero de la EcoCrítica



Crisis 7º año


Llevamos siete años recomendando: trinca la pasta y vete a Andorra o, por el contrario, dale acción a esta editorial. Algunos dicen que describimos la realidad de nuestro tiempo por casualidad, como aquél famoso reloj parado de Lewis Carrol, que acertaba la hora dos veces al día. Pero no estamos en el país de las Maravillas. Ahora que vas a ser derribado, deja de soñar que has sido un árbol, El árbol, y date cuenta que el bosque a tu lado está talado.



Somos más pobres, tenemos menos trabajo y peores salarios, una educación deficiente, una sanidad anoréxica, una justicia tuerta, incluso de pago, y tenemos pocas posibilidades de cambiar la cosas, pero las vamos a cambiar. Seguramente será esta convicción la que nos mantiene vivos y alegres. Estar descontento con el mundo es no haber aprendido nada.



Hay mucha gente en Facebook, en Twitter, en Babia que le da igual un poco todo, a mí plín el rollo de la política, son todos iguales, mientras marcan “me gusta” al selfi de las vacaciones. Reduccionismo, petardeo y consumo  –sí, otra vez la sociedad de consumo– son comportamientos que definen nuestro tiempo. Quizá hubiera que decir algo más sobre esta práctica, sobre el Gran Timo de la sociedad de escaparate, pero urgen unas Elecciones y el cambio.

Y hay un momento ciego en las Elecciones, como hay un momento ciego en el Amor, y uno vota o fornifolla con la política, con su corrupción venérea y sin condón, y queda contagiado durante cuatro años o durante varias generaciones.



Los amos de la política nos echan barro a los ojos, nos están sepultando, los trabajadores se hunden en su ridículum-vitae, la ética es turboconsumo, la justicia es la golfa esquinera de los mercados, los bancos y sus fundaciones se ríen desde Andorra. Terminadas las Elecciones quedarán la coherencia y la acción, ríete o llora, haz lo que quieras, eso sí cuando choques con la indefensión guarda un poco de compostura: en esta zanja oscura vivimos todos.

Algunos hoy lo dan por sentado: el Trabajo está destinado a convertirse en una mercancía más entre millones de mercancías asiáticas y sin derechos. No hay alternativa, tu eliges:

Hazte consejero del Ibex35, paga con tarjeta Black, fleta un yate en Ibiza, date la dolçe vita, constrúyete un búnker anti pobres, sal de copas con el pequeño Nicolás, haz business –eso más que nada, business  y promueve, con tu propio ejemplo, el analfabetismo ético.   

O hazte un estudiante sin futuro, un obrero impotente sin contrato, un mileurista útil e idiota, un pensionista cutre, que sale por las noches a rebuscar oro y mierda en los cubos de basura.

Perfúmate y ríete de los achaques de la gente, cambia de iPhone en Navidad, y siéntete sexy   –eso más que nada, sexy– como Chachi Hilton, Majestad Ortiz o Divina Presley, y mantén la piel de tu cara siempre bronceada y ligeramente hinchada por el botox.

O córtate el flequillo con un hachazo, hazte del 15eme, y te untas potingues faciales de los supermercados Dia o te pringas con eu-de-toilete Metro Vallecas, y te vas a las manifas, y te pateas la ciudad y sus escaleras, y trabajas por horas de telefonista o te vas a Londres a progresar de camarera.

Existe una tercera vía: despierta, rebélate y actúa para construir una sociedad mejor.

No estáis solos, no sois mercancía, tenéis voz, acción y voto   empleadlo!!!

Carta al Corneta de Entrevías

Estimado enemigo íntimo:

Es hora de defender los últimos comunistas de cuello mao que van quedando, Vallecas nos dará las gracias y perdonará todos los delitos de revolución que hayas cometido, amnistía republicana, amnistía cívica y –por favor– no formes más asambleas, en tus asambleas sólo hay gente joven repleta de ilusión.

Vete destruyendo todos los papeles, la República te sigue los pasos –a mí también, a todos nosotros–  estás cansado de la República, de todos sus intentos, hasta cuando duermes tienes sueños textuales de republicano, por las mañanas meas una República fina, tan fina como la justicia social, la educación gratuita o la libertad cívica.

No te quedan ganas de escribir, la broma duró ya bastante y andas aburrido de tenerlo todo en contra. Palabra que das lástima  –querido Corneta–  te vendrían bien unos poquitos consejos de carácter práctico: levántate temprano, desayuna ligero con una taza de agua caliente, que el zapato no te sea muy estrecho, y sal a la calle sin escuchar demasiado a los parados, a los dependientes o los desahuciados de nuestro país.

Siempre he creído –a propósito de tu carácter–  que te fuiste volviendo más cómico, menos corporativo, alguien así recién desengañado, a quién el timo de la plutocracia, la necesidad de justicia y la autodefensa (a veces a modo de chiste) volvieron un activista, un indignado, un barbudo, palabras que a tus amigos gustaron muchoen resumen, en síntesis, en buen romance: a muchos de tus problemas les diste una comedia, un consejo de brujo de la tribu, una papeleta de inscripción sindical.

Los  libros  han  cambiado,  ahora  los  best  seller son: Mi Capital, La sumisión de las masas, Ser y viento, Yo y yo…

Tenías ese rasgo vallecano, que te hacía parecer de una clase social indignada y lúcida (rasgo importante en las ágoras de la República) pero que, en realidad, nunca fue la tuya. En tus asambleas se hacían los filetes con suela de zapato, a lo Carlos Chaplin, se prestaban libros cargados de teorías conspirativas, se reducía el materialismo dialéctico a polvo de estrellas, en tus asambleas se atentó contra la tumba del Soldado Desconocido y se cambió la palabra “soldado” por artista o revolucionario.

Corneta –enemigo mío– deja de lanzar tus música turulata contra la ciudad, eres un maldito que  se entretiene tirándole nubes a las piedras, que no se diga que eres ese que aún escribe manifiestos, basta ya de arrodillarse ante las causas perdidas, me pregunto cómo sacas aún fuerzas en esta época del capitalismo venéreo y sin condón.

Siempre lo tuviste un tanto confuso, pero los demás lo tuvieron bien claro: en la vida tenían que talar un árbol, quemar un libro y provocar un aborto. Tú te rebelaste, el Cornerta es Otro, el Corneta es nadie, el Corneta es un despertador, una teoría revolucionaria en constante revival. Créeme que pareces verdadero, pero eres un espía de los derechos del trabajador, dando tumbos de época en época. No me explico por qué no enmudeces, debe ser por razones personales o por motivos de civismo puro, y en este caso prefiero callarme.

No tienes la menor oportunidad ¡aprovéchala!